• Cocemfe celebra aniversario con la mirada puesta en el empleo y en eliminar las barreras físicas y sociales que todavía existen.

Albacete, 16 de Marzo.- Eran hijos de la beneficencia y la caridad. Albacete apenas contaba con un par de rampas en las aceras, estrechas y mal diseñadas, así como con dos plazas de aparcamiento en la entonces plaza de la División Azul -hoy de la Constitución- y en la avenida de la Estación. Edificios oficiales, escuelas, institutos, comercios, transporte público… Cualquier acceso era una odisea para las personas con movilidad reducida y aquellas usuarias de sillas de ruedas.
Hace poco más de 30 años, el Centro de Recuperación de Minusválidos Físicos (CRMF) era el único recurso especializado en la atención a las personas con discapacidad física u orgánica. Muchas consiguieron mejorar su calidad de vida y su formación en este centro, pero otras estaban condenadas al ostracismo, especialmente las del medio rural.
Ante la necesidad de hacer de la unión una virtud, en 1990 se constituyó la Federación de Asociaciones de Minusválidos de Albacete, FAMA, con el apoyo de entidades más veteranas en la reivindicación de derechos de determinados colectivos como los enfermos del riñón, la fraternidad cristiana de enfermos minusválidos, la asociación de espina bífida y, posteriormente, Amiab.
La puesta en marcha de FAMA corrió a cargo de José Luis López Lorenzo, que al año y medio cedió la presidencia a Ana Quintanilla que, a su vez, renunció al tomar posesión como concejala socialista en el Ayuntamiento de Albacete. Era abril de 1995, fecha en la que fue nombrado presidente Marcelino Escobar, un motillejano que en el año 1979 sufrió una paraplejia debido a una lesión medular provocada por un accidente de trabajo.
Marcelino había participado en la constitución de la Asociación de Personas con Lesión Medular y otras Discapacidades Físicas (Aspaym) y era un gran conocedor de las dificultades, carencias y problemas que tenía el colectivo de movilidad reducida. «Cuando yo tuve el accidente en 1979, en Motilleja no había agua corriente y las calles no estaban asfaltadas, la movilidad en silla de ruedas era inviable», recuerda el propio Marcelino Escobar que como único recurso asistencial solo pudo ingresar en el CRMF.

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